domingo, 27 de julio de 2008

IX. Ya no hay espinas...

Duermo a tu lado y no estoy,
como si la lengua se me muriera descarnada de recuerdos.

¡Ay, grito con brea en la boca!
trago un poco en cada aullido…
¿Es que, de verdad, quieres quitarme la cobija?

Voy descubriendo un laberinto en crecimiento,
una trampa mal disfrazada en el camino,
igual caigo.

Me afecta esta ave desterrada del cielo,
no hay espinas en el rosal de Wilde…

El sueño me arrebata,
él y tú son cómplices
Lloro…
Iluminas mi sombra en la tarde
¿Qué entiendes del alma libre?

Anamaría Fátima León

1 comentario:

Porque los Molinos Siguen Siendo Gigantes dijo...

ey anamaria...que agradable, al fin poder pasar por aca a expresarte mi cariño y agradecimiento por todo...
aprendi mucho y disfrute aun mas con todos ustedes.
este poema es genial..
espero verte pronto..
te quiero mucho
besos...
alessandra victoria coronel.